Clase magistral de Jesús Herrero en el Dōjō Demayal

Por Chelo Corredera

El miércoles, 23 de julio del 2025, acudí, como es habitual, a clase de aikidō al dōjō Demayal, en Villamayor, Salamanca, pero ocurrió algo especial. Al llegar me encontré con un ¿nuevo alumno? llamado Jesús. Según luego me explicaría mi sensei Jordi Botella de Maglia, el sencillo y discreto “alumno” era, ni más ni menos, que el shihan Jesús Herrero, un de los pioneros del aikidō en España que, camino del País Vasco desde Tenerife dónde reside, quiso detenerse en nuestro humilde dōjō para compartir una práctica con nosotros. 

Desde el primer momento me impresionó su humildad, sencillez y calidad humana que hizo que, a pesar de mi escaso nivel y de estar ante un gran maestro, me sintiera sorprendentemente cómoda. 

Con cada ejercicio supo ver en mí el nivel en el cual me encontraba desarrollando de la técnica concreta. Hizo gala de una gran maestría al explicarme fundamentos y movimientos específicos para ser más efectiva con cada práctica. Esto ha sido fuente de inspiración para mí.

Percibir una actitud positiva para enseñar y transmitir con sencillez y precisión sus enseñanzas ha sido fuente de generosidad y buen hacer. 

Durante el transcurso de la clase me sentí atenta, despierta, enfocada en la práctica y con una gran disposición para aprender. Entre los muchos aprendizajes destaco: el aprender una nueva forma de colocar el cinturón elegantemente, confiar en mi cuerpo centrándome en la cadera, que las caídas son una fuente de seguridad, la importancia de integrarse con la energía del otro para sentirme unido con el universo.

Asimismo, sentí que era afortunada por recibir las enseñanzas de cada técnica que practicamos en la clase desde un elevado nivel de conciencia sentí la magia en cada movimiento que realizaba Jesús con su cuerpo.

Fui consciente de lo que es fluir en el aikidō, la maravilla de estar en coherencia interna y mostrar la mejor versión de uno mismo en cada movimiento. Todo era armonía, elegancia. y equilibrio-con cada movimiento.

Disfruté al apreciar que Jesús sacara el potencial que hay en mi y eso me llenó de energía y de pensamientos positivos sobre como yo estoy en el lugar que he elegido y es un acierto en mi vida.

Por todo esto asistí a una clase de un valor incalculable, que me emocionó. 

Estoy agradecida a mi sensei Jordi el haber organizado todo para que esto sucediera además de a Jesús por permitirme practicar con él.

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