Mis maestros
Yo, Jordi Botella de Maglia, soy practicante de aikidô y llevo aprendiendo y practicando aikidô desde hace ya unos cuantos años. No puedo hablar de mí, como practicante de aikidô, sin mencionar a mis maestros de los que, con mayor o menor fortuna, he intentado aprender, aunque reconozco que a veces se lo he puesto muy difícil.
En primer lugar, debo empezar por mi primer maestro, el sensei Nima Masumian. A él debo que encontrara en el aikidô mucho más de lo que yo podía imaginar. Su silencio y su presencia en el tatami, son capaces de transmitirte y comunicar lo inefable, lo que no se puede trivializar con vulgares palabras. De una paciencia infinita ha sabido aguantarme durante todos estos años y tenemos la fortuna de que sigue viniendo, de vez en cuando, por nuestro dôjô, para darnos alguna sesión de práctica, verdaderas perlas que aprovechamos y disfrutamos con avidez.
El sensei Jorge Rodero, alumno a su vez del sensei Masumian, se encargó durante algunos años de guiarnos en ausencia del maestro. Su trabajo discreto, humilde y constante es un ejemplo para mí y estoy seguro que para todos los que fuimos sus alumnos.
Desde hace un tiempo a esta parte tengo que agradecer al sensei Pedro Jáñez, que me permita acudir a sus clases en el dôjô Kanazawa, en Valladolid. En él he encontrado no solo el conocimiento, el análisis y la experiencia de prácticamente toda una vida dedicada al aikidô, también una persona sencilla, humilde y en el mejor sentido de la palabra buena. Con esa bondad natural, no intelectual, que tan difícil es hoy en día de encontrar.
Yo y mi dôjô formamos parte de Aikido Salamanca, el grupo de alumnos del sensei Nima Masumian. También pertenecemos a la Asociación Española de Aikido Tradicional y a través de ella a la Federación Española de Aikido.