Chelo Corredera Maés
El pasado viernes, 30 de agosto de 2024, acudí a clase de aikido con dos amigas, Merce y Marga, a las que mi sensei Jordi Botella de Maglia había invitado para que conocieran y experimentaran el aikido por primera vez. El resultado fue que les encantó. Merce vive en Alemania y ya está buscando un dojo de aikido por allí. Marga se apuntará en breve en nuestro dojo, el dojo Demayal.
Después de recibirnos en su dojo y explicarnos los fundamentos de esta singular “casa de paja” biosaludable, el sensei inició la sesión que se compuso de el ritual inicial de los saludos, la meditación sentada inicial, la práctica respiratoria, la iniciación a las caídas, la práctica con el bastón, la práctica de mano vacía, la meditación sentada final y el ritual final de despedida.
El sensei nos propuso experimentar los aspectos básicos de la práctica del aikido con ejercicios muy, muy sencillos y fáciles de realizar pero que a la vez encerraban un mensaje sobre la filosofía profunda del aikido.
Como siempre el sensei finalizó la sesión con su característico: ¡kiritsu! (una especie de… ¡podéis ir en paz!).
Esta sesión de práctica, acompañada de mis amigas, me ha ayudado a hacerme consciente de mi evolución al cabo de los aproximadamente 10 meses que llevo practicando y eso me encanta.
Mi sensación después de la clase del viernes es que voy mejorando en la práctica del aikido porque además de tener al lado a un sensei comprometido, siento que estoy más atenta de lo que ocurre a mi alrededor, más concentrada, mas suelta en la realización de los movimientos de mano vacía, me dejo llevar un poquito más, cada vez más hago y me dejo llevar. Siento que con la práctica de aikido practico hábitos de vida saludables y eso no tiene precio.
Por otro lado, ayudar a mis amigas a que conozcan el aikido me ha hecho ilusión porque estoy contribuyendo a compartir desde la generosidad algo que me ha servido a mí para evolucionar y las conecto con una práctica marcial que cuida la salud integral del ser humano y le conecta con la grandeza que abunda en la vida.
Agradezco al sensei Jordi que se prestara desinteresadamente a dar una clase magistral a mis dos amigas.
La práctica del aikido, está transformando mi vida. Lo voy notando sutilmente. Siento que camino hacia un vivir en el presente, en actuar, en hacer y dejar a un lado los pensamientos que me limitan.
Gracias, gracias, gracias, sensei Jordi.
Hola Chelo:
Tras leer tu escrito, debo reconocer que todo lo que cuentas sobre esta disciplina me ha tocado a mí de una forma similar.
Recuerdo que en una conversación hablando sobre cómo vivir más en el presente armonizando cuerpo y mente para seguir desarrollando nuestro yo de la mejor manera posible, me explicaste que tú habías encontrado un camino ideal para lograrlo. Y fue ahí cuando oí por primera vez hablar del aikido.
Tú me comentaste a grandes rasgos los aspectos de este arte. La forma de contarlo fue tan convincente, que mi curiosidad por ver una clase lo antes posible hizo que llamaras a Jordi para preguntarle si era posible asistir a su próxima clase.
Otro aspecto que me gustó mucho fue la información que me diste sobre cómo tu sensei aclaraba de forma práctica y teórica lo que significaba tanto el aikido en general, como su filosofía.
Poco después de llegar al dojo y conocer a Jordi personalmente pude sentir el entusiasmo y pasión que ya me habías comentado. Ese hombre es increíblemente convincente de lo que hace, dice y piensa. Tiene tan claro lo que quiere, que te contagias sin darte cuenta. ¡Bravo!
Ahora, ya en Mannheim, Alemania, por mediación de Jordi, he encontrado una escuela en la que sólo hay cinturones negros. (¡Pobre de mí!).
Quiero agradecer de nuevo a Chelo y a Jordi esa oportunidad de haber abierto una puerta nueva en mi vida que en la actualidad está pasando por un gran reto.
Gracias amigos. 😉